Una rutina no es rigidez: ¡Es libertad estructurada!
- Geraldine Lizet Del Valle

- 13 sept
- 2 Min. de lectura
La educación preescolar es una fase crucial en la trayectoria educativa de un niño; es durante este periodo cuando los niños desarrollan diversas habilidades cognitivas, sociales, emocionales y físicas que les servirán durante toda su vida. Aunque la instrucción académica es una parte esencial de la educación preescolar, es igualmente importante dar prioridad al establecimiento de rutinas y estructura.
La rutina implica realizar las tareas sistemáticamente en un orden determinado, lo que crea una sensación de estabilidad en la vida diaria del niño. Esta nos ayuda a comprender y anticipar lo que va a ocurrir a continuación, generando una sensación de seguridad.
La rutina trae como beneficio la reducción de ansiedad y les ayuda a sentirse más cómodos. En esta etapa se desarrollan habilidades de gestión del tiempo, así como la regulación emocional ayudando a mejorar el lenguaje, vocabulario y propicia el desarrollo de las habilidades sociales esenciales, como respetar turnos, seguir instrucciones y colaborar con los demás.
Para desarrollar una rutina efectiva, es importante tener en cuenta algunos consejos prácticos:
Coherencia para mantener un orden similar cada día. Establece horarios fijos para las actividades diarias. (ej., horarios de comida, actividades extraescolares, hora de dormir, tiempo en dispositivos)
Prioriza las tareas más importantes y urgentes.
Incluye tiempo para el descanso, la recreación y el autocuidado.
Mantener la flexibilidad y adaptación a los cambios en la rutina cuando sea necesario. Puede adaptarse según el ánimo o los imprevistos.
Mantener una participación activa involucrando al niño en la toma de decisiones simples.
Revisar y ajustar la rutina periódicamente para optimizar su funcionamiento.
La visualización es importante por lo que se recomienda usar imágenes, canciones o dibujos para representar cada momento.
Al establecer una rutina efectiva, los niños pueden mejorar su calidad de vida, alcanzar sus metas y objetivos, y sentirse más equilibrados y felices.
No se trata de ser perfectos, sino de construir momentos que se repiten con amor.
Una rutina es un abrazo invisible que les dice: “Todo está bien, sé lo que viene, estoy contigo”. Con tiempo, paciencia y presencia, verás cómo mejora el día a día de tu niño (¡y el tuyo también!).
1 Corintios 14:40: "Pero todo debe hacerse de una manera apropiada y con orden". NVI





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